Boletín 980
Desde un principio, ha sido idea de Dios que existan hombres dedicados a la enseñanza de la Palabra y que estos reciban provisión económica por dicha labor. En la iglesia del siglo primero esta enseñanza fue clara. (2 Co.8; 9:6; Mr.9:41; 1Ti.5:17-18; 1 Co.9:14; Mt.10:10).
La ofrenda para los maestros en la iglesia trae gran beneficio para la congregación, porque estos pueden dedicarse a dicha labor con mayor tiempo, de modo que proveen una mejor enseñanza al no tener que buscar trabajos seculares para sostener a su familia (2 Co.8:5; 9:6; Mr.9:41; 1Ti.5:17-18; 1 Co.9:14).
Se trata de una inversión espiritual para un fin espiritual que trae bendiciones para la eternidad. No estamos hablando de siembras o inversiones al estilo del “evangelio de la prosperidad”, porque este falso evangelio solo promete aparentes bienes materiales, que no trascienden a la eternidad.
Lo que Dios desea, es que invirtamos de nuestros recursos para que aquellos que nos sirven en la enseñanza, puedan hacerlo de una mejor forma, lo cual redundará en nuestra propia bendición.
Dios observa y aprecia cada acto de servicio que hacemos a favor de su reino, y lo toma como un depósito celestial (Mt.6:21). Esta debe ser una motivación constante para hacer el bien al prójimo.
Hacer siempre el bien puede ser un gran desafío, porque al presente parece no obtenerse un resultado inmediato, pero Dios nos manda a ser constantes en esta tarea, ya que hay garantía de que a su debido tiempo recibiremos el fruto de dicha siembra. (Ap.19:8).
El bien que en este pasaje se menciona, especialmente tiene que ver con hacer buenas obras, entre estas la ayuda económica, y no debe ser solo con quienes nos enseñan la Palabra, sino con todo hijo de Dios que lo requiera cuando esté a nuestro alcance.
Uno puede quejarse porque no ve cambios en las personas, o porque observa dificultades en la iglesia, envidias y rencores de los semejantes, y terminar abrumado por todo esto no queriendo ya hacer el bien del que habla Pablo aquí; pero Dios nos dice que no nos cansemos de hacer el bien (dar) a favor de nuestros hermanos, porque a su tiempo Dios nos recompensará. (Mt.10:42; 25:40).
No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. —Gálatas 6:9
DEVOCIONAL
Lunes | Gálatas 6:6
¿Qué significa “hacer partícipe”? ¿Qué significa “cosa buena”? ¿Por qué la iglesia debe ofrendar para sus maestros?
Martes | Gálatas 6:7
¿En este contexto, a qué hace alusión Pablo con la palabra “sembrar”? ¿Por qué el hombre recoge lo que siembra? ¿Por qué Pablo advierte que no nos engañemos?
Miércoles | Gálatas 6:8
¿Qué significa sembrar para la carne? ¿Qué significa sembrar para el Espíritu en este contexto?
Jueves | Gálatas 6:9
¿Por qué se puede un hermano cansar de hacer el bien por otro hermano? ¿Qué significa hacer el bien en este pasaje? ¿Qué recomendación nos da Pablo y por qué en este texto?
Viernes | Gálatas 6:10
¿Qué significa “según tengamos oportunidad”? ¿Por qué se debe priorizar a los hermanos en la fe a la hora de ayudar?